The Wolfman en 2010, el regreso de un clásico de los monstruos que se quedó en la nada. Fuente.

«Even a man who is pure in heart and says his prayers by night, may become a wolf when the wolfbane blooms, and the autumn moon is bright».

Universal intentó en 2017 crear su propio universo de monstruos dejando de lado Dracula Untold y contando con una nueva versión de La Momia. Proyectos como el Hombre Invisible o Frankenstein fueron anunciados, pero a falta de saber si este Dark Universe continúa, ya en 2010 se intentó traer a uno de sus mitos de vuelta: The Wolfman, con un resultado más bien dispar.

La producción y el rodaje de The Wolfman fue abordado por una serie de constantes problemas: directores despedidos, cambios radicales, nuevos rodajes… La visión de los productores y los implicados nunca llegó a cuajar en este remake del clásico de 1941, protagonizado por Lon Chaney Jr. y una de las mejores películas de monstruos de la Universal.

De tal modo, The Wolfman cayó en manos de Joe Johnston, un veterano director de cintas como Rocketeer y más tarde Capitán América, el primer vengador a la que llegó tras su turbulenta experiencia con este hombre lobo donde, pese a que cayó de rebote (por así decirlo), cumplió dentro de lo que pudo con un relato bastante clásico que se va deshinchando cuando pierde la atmósfera gótica del cuento.

Hijo de la luna

Los problemas entre padres e hijos, ya aparecidos en la primera versión, vuelven a surgir en esta «nueva» historia y se lleva gran parte de los minutos hasta que el monstruo surge por primera vez y se busca que entendamos la desgracia del hombre lobo. El monstruo no quiere ser un monstruo, incluso es movido por lo que queda de su humanidad, pero nadie puede escapar de esa maldición; eso hace del mito del licántropo algo tan atractivo; al final, por mucho que luches, los institutos te sobrepasan. Como todo en esta película, se nota que se intentó dar un paso bienintencionado hacia delante, lograr algo más que una película para pasar el rato, pero en muchos aspectos no se pudo trascender y, en vez de salvaje, queda como frío u oscuro incluso con los desmembramientos varios.

El reparto encabezado por Benicio del Toro en el rol del sufrido protagonista, Anthony Hopkins interpretando a esos villanos que tan bien lleva a la gran pantalla, Hugo Weaving dando vida al investigador, Emily Blunt como la viuda y Geraldine Chaplin como la bruja gitana hace lo que puede con un guion que se nota que recibió varias reescrituras y cambios en la propia sala de montaje, como se puede ver con ese desenlace donde no se duda en jugar con un personaje «histórico» (el inspector Abberline está basado en el que estuvo tras la investigación de Jack el Destripador).

Años después de su estreno, la cinta es recordada, sobre todo, por los efectos especiales y el maquillaje utilizado para crear al monstruo en esta época donde el abuso del CGI mata muchas veces la fantasía con más facilidad que cualquier bala de plata. No obviemos que el film se llevó el Oscar en la categoría de maquillaje. A su vez, el diseño del licántropo de Rick Baker y su equipo es clásico, con algunos toques novedosos, pero ante todo resulta llamativo y deudor del primer diseño de la cinta original de la Universal. No obstante, toda la ambientación del film está bien lograda, incluso cuando el relato es más tenue o frío.

Ojo a la banda sonora de Danny Elfman, que llegó a ser reemplazada para luego ser introducida de nuevo en la película, y que tiene una clara inspiración en la música de Drácula de Bram Stoker, dirigida por Francis Ford Coppola, y que fue compuesta por Wojciech Kilar.

The Wolfman permanece como una curiosidad, una pieza más del mito del hombre lobo llevado a la gran pantalla y, aunque palidece bajo la luna llena, puede que para algunos llegue a aullar.

Talbot y la viuda, una trama que se plantea, pero jamás se explota del todo. Fuente.
Carlos J. Eguren
autor@carlosjeguren.com
¡Cuidado! No leas esta biografía. ¡Te he dicho que no la leas! Si la lees, estarás condenado… En serio… ¿Sigues leyendo? Luego no me digas que no te lo he advertido: Carlos J. Eguren está muerto, solo que no se ha dado cuenta y sigue escribiendo desde ultratumba. Es escritor en Castle Rock, profesor en Arkham, periodista en Midian, divulgador cultural en Carfax, juntaletras en el omniverso y pasto de los gusanos en todas partes. Ha publicado cuatro novelas: Hollow Hallows, Devon Crawford y los Guardianes del Infinito, El Tiempo del Príncipe Pálido y La Eternidad del Infinito. Ya prepara mediante ouija sus próximas historias que formarán parte del libro de los muertos. Espera volver a aparecerse cuan primigenio cuando pueda escaparse de R'lyeh… Ahora ya has leído su biografía, ahora ya estás maldito. ¡Bienvenido!

Deja un comentario