Tiempo de lectura: 2 minutos
Si no habéis leído Mientras escribo, ¿a qué estáis esperando? Venga, fuera de aquí, ¡a leerlo! Fuente.

«Veinte horas al día, vivo en la misma realidad que todos los demás. Pero durante cuatro horas al día, las cosas cambian. Y si alguna vez me preguntas cómo sucede o por qué sucede, tendría que decirte que es un misterio tanto para mí como para cualquier otra persona. Y en todos los años que llevo haciendo esto [escribir], desde que descubrí mi talento cuando tenía siete u ocho años, sigo sintiendo lo mismo que sentí en los primeros días: me marcho de mi mundo ordinario en dirección a mi propio mundo. Y es maravilloso, una estimulante experiencia. Estoy muy agradecido de poder tenerlo».

Hace unos días se publicaba esta entrevista radiofónica con Stephen King y se realizó una transcripción de algunas de las ideas más interesantes del autor de Carrie, It o El cementerio de animales, entre ellas las que abre este post. Me lo pasé muy bien leyendo y escuchando al escritor de Maine hablando sobre este período de cambio, su trayectoria y las comparaciones inevitables con Apocalipsis.

Con la que está cayendo, con la crisis que ya estamos viviendo y con la sensación desoladora de que el mundo ha cambiado, no nos extrañaría que el arte fuese un modo de consolarnos, transformarnos, maravillanos y seguir sintiendo que estamos vivos. Al menos, yo pienso igual que King en este aspecto. Escribir se ha convertido en mi tabla de salvación en este momento tan duro. He concluido mi primera colección de relatos, estoy terminando una novela corta y continúo con una más larga sobre vampiros. He escrito más que en mucho tiempo y he emprendido varios proyectos como un par de emisiones de pruebas en formato podcast.

 

Volviendo a estas circunstancias y a las palabras de King, pese a que el debate no lo he visto tanto en este país (o es que tengo la capacidad de aislar a la gente tóxica), sí lo he visto en otros: hay gente que duda de que los artistas sean necesarios durante una época de pandemia. Sin embargo, confina a alguien sin ningún tipo de forma artística en su casa, ¿cuánto aguantaría dadas estas circunstancias? Y no hablo de que lea el Ulises de Joyce, una telenovela incluso es un cruce entre la literatura de folletín y el formato seriéfilo, pero sigue estando enraizado con el arte fílmico… Pero mejor si lees algo en vez de una telenovela. No, Crepúsculo y otras tontadas no cuentan (o sí, ¿qué sabré yo? ¡Es broma!).

Necesitamos historias, estamos hambrientos de historias, como decía Guillermo del Toro, y deberíamos dar gracias de poder tener esta vía de escape. Algunos lo hemos sentido toda nuestra vida, más si cabe ahora.

Podéis (y debéis, ejem) leer la entrevista completa aquí.

Carlos J. Eguren
autor@carlosjeguren.com
¡Cuidado! No leas esta biografía. ¡Te he dicho que no la leas! Si la lees, estarás condenado… En serio… ¿Sigues leyendo? Luego no me digas que no te lo he advertido: Carlos J. Eguren está muerto, solo que no se ha dado cuenta y sigue escribiendo desde ultratumba. Es escritor en Castle Rock, profesor en Arkham, periodista en Midian, divulgador cultural en Carfax, juntaletras en el omniverso y pasto de los gusanos en todas partes. Ha publicado cuatro novelas: Hollow Hallows, Devon Crawford y los Guardianes del Infinito, El Tiempo del Príncipe Pálido y La Eternidad del Infinito. Ya prepara mediante ouija sus próximas historias que formarán parte del libro de los muertos. Espera volver a aparecerse cuan primigenio cuando pueda escaparse de R'lyeh… Ahora ya has leído su biografía, ahora ya estás maldito. ¡Bienvenido!

Deja un comentario