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El cambio del hombre que siempre cambiaba. |
Estas Navidades he estado trabajando en una tienda en la que se venden discos. El pasado lunes, me vino un señor con los ojos rayados y me preguntó si teníamos Blackstar, el último disco de David Bowie.
Eso es al final ser un buen artista, ¿no? La capacidad para que alguien se emocione contigo lo suficiente como que, para cuando ya hayas muerto, esa persona que disfrutó de tu arte, se emocione lo suficiente como para llorar sin nunca haberte conocido.
¿Sin nunca haberte conocido? A través del arte, podemos sentir que conocemos a ese artista o lo que es mejor, que ese artista nos conoce.
El regalo
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La despedida, Blackstar. Fuente. |
El pasado viernes fue el cumpleaños de David Bowie y coincidió con el estreno de Blackstar, su nuevo disco.
Mientras lo escuchaba, lo comparaba con The Next Day, que era uno de mis discos favoritos de los últimos años y me preguntaba cómo había cambiado tanto Bowie de un disco a otro (y sí, Bowie es un artista que hizo del cambio su principal rasgo).
The Next Day tiene una fuerza increíble, es directo y a la vez profundo, mientras que Black Star es como internarse en la oscuridad y esperar llegar al final del pasillo para encontrar aquello que esperas (o lo que no). Es emocionante como The Next Day, pero también guarda el secreto de la incertidumbre, la experimentación y la constante transformación de Bowie.
Ese viernes, mientras lo escuchaba como iba diciendo, apunte en mi bloc de notas (donde apunto cosas sobre las que hablar por aquí), que quería hablar de su cumpleaños, el nuevo disco, la búsqueda constante de la novedad de Bowie y muchas cosas más, como ese sentimiento que siempre me produce Bowie de que él ha ido, ha vuelto, se ha dado una vuelta, ha hecho mil cosas, y nosotros aún no hemos dado un paso, sobre como era un pionero en la búsqueda de nuevos sentimientos, sonidos y música. Ahora, tras la noticia de su fallecimiento del lunes, supe que este post iba a ir sobre otras múltiples cosas, entre ellas, un homenaje a él, uno de mis héroes.
Mucho se ha escrito sobre Bowie en los últimos días (¡y más se escribirá!) y en la mayoría de los casos ha habido dignísimos homenajes de otros artistas, familiares, admiradores… Uno no sabe qué decir, pero me paro a pensar y recuerdo lo que decía Gaiman sobre escribir: escribe siempre como tú mismo antes de ser un imitador de otro, y me hace pensar que lo único que puede que no se haya escrito hasta ahora es mi historia con Bowie porque es “mi” historia y me pertenece a mí, aunque, sin duda, la magia de las palabras siempre hace que nos identifiquemos con otros. Así que eso es lo que haré, contar mi historia con Bowie.
Bowie y yo
Conocía a David Bowie desde mi infancia, cuando siempre te topabas tarde o temprano con una canción suya como el Ch-Ch-Changes tan pegadizo… Era un hombre raro que hacía una música única y, por tiempo, fue eso para mí: un artista que algún día debería conocer más.
Recuerdo que descubrí esa gloriosa historia que dio lugar a su falsa “heterocromía”, recuerdo aquellos cómics de Marvel sobre Spider-Man cuyos títulos tenían guiños a Bowie (Ashes to ashes)… Sumergirme, sobre todo, en el mundo de las viñetas me trajo más información sobre Bowie.
Allá por 2010, cuando ya era universitario (y si algo adoro de esa época, es que descubrí muchas obras de arte que me han influenciado hasta ahora…), empecé a sumergirme en nueva música que realmente ya tenía unos años y conocí más la figura de Bowie a través de retales, datos, historias, anécdotas, su propia música…, a la vez que me topaba con alusiones suyas en canciones como Vampire Money de My Chemical Romance (cuya reinvención le debe tanto a Bowie y Gerard Way lo sabe) o, sobre todo, en la historia de The Sandman, donde los primeros boceto de Morfeo tenían mucho de Bowie, aunque más tarde fuera el rostro del Duque Blanco el que pasase para Lucifer (y eso que algo de él también está en otro personaje sin ojos, cuyo nombre ya conoceréis).
Viajar a través de escritores como Gaiman me ha permitido conocer a muchos artistas, pero, sin duda, agradezco que hiciera que Bowie se transformase en uno de mis favoritos.
Cuando en 2012, fui a la exposición Juego de máscaras que se realizó en el TEA, disfruté como un crío de la historia del glam, el arte, la personalidad cambiante y, por supuesto, de Bowie. Desde entonces, empecé a escucharlo mucho más, incluyendo el Dance Magic Dance de la genial Dentro del Laberinto.
Más tarde, creo que yo también estuve en ese túnel junto a los personajes de la película Las ventajas de ser un marginado, donde todos fuimos Heroes como el propio Bowie.
Ya para entonces, era un gran admirador de Bowie y para mí su The Next Day fue un auténtico regalo, adoro muchas de sus canciones que me han servido de inspiración y considero que algunos de sus videoclips tienen más argumento o son más fascinantes que muchas películas actuales.
Esto me hizo que en los últimos tiempos disfrutase de su recopilatorio para festejar su cincuenta aniversario en el mundo de la música, a la vez que me quedaba alucinando con la llegada de los Guardianes de la Galaxia a la Estación Sapiencial bajo el sonido de Moonage Daydream, y os habla de alguien que se ha flipado mucho con The Rise and Fall y que reconoce que le encantan canciones como Five Years.
El año pasado también vi el David Bowie is, un recorrido por una impresionante exposición en la que veíamos toda la historia de ese héroe de la mirada de dos colores. Eso me ha hecho hacer desde playlist de Bowie hasta hablar de él sin cesar y no quería dejar de hacerlo ahora.
En todo este tiempo, David Bowie se ha convertido en mi compañero de viaje, tanto en los momentos felices como en los momentos tristes. Su voz siempre me acompañó mientras soñaba, huía, escribía historias como Hollow Hallows o Las Chicas Steampunk, y soñaba despierto.
Sin duda, Bowie siento que me ha influido en los últimos años y siempre he pensado que su capacidad para evolucionar era algo loable, algo a los que muchos deberíamos ostentar llegar un día, pero Bowie solo habrá uno.
La Estrella Negra
El pasado viernes, David Bowie cumplió años y el regalo nos lo hizo él a nosotros con su Blackstar y… ¡Maldita sea! ¡Con toda su carrera! ¡Toda su carrera es un regalo para nosotros! Y no hablamos solo de una carrera musical, hablamos de una carrera también ligada al mundo de la interpretación donde dio vida a personajes tan fascinantes como Jareth el rey de los goblins, Tesla en El Truco Final o mi favorito: el alienígena protagonista de El Hombre Que Cayó A La Tierra, una película fascinante que adoro y descubrí el año pasado por estas fechas después de mucho buscarla.
Y aún así, Bowie también ha paseado por todos los mundos del arte incluso como influencia en el cine (Velvet Goldmine es un buen ejemplo) o como la moda y no solo ha hecho acto de aparición en cada uno como ejecutor, sino también como esa fuerza que nos induce a cometer el «delito» a otros artistas. Si empezamos a hacer una lista de todos los escritores, músicos, pintores, dibujantes y demás, que se han visto influenciados por David Bowie llenaríamos libros con todo ello.
Se lo comentaba el lunes a mi pareja y ahora lo repito: no se entendería la historia del arte de los últimos cincuenta años sin la presencia de David Bowie. Puede que en un triste mundo alternativo donde no existiera Bowie, hubiese arte, pero no sería el mismo arte que Bowie consiguió con su obra y que llevó a miles y miles de personas a lo largo de los años a dedicarse a la creatividad, el arte y la pasión por conmover. Y sin él, la vida es un poco más triste.
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Lucifer, inspirado en la imagen de Bowie. Fuente. |
No me cabe duda de que David Bowie es un espejo del tiempo. Supo cambiar, mostrarse diferente, adoptó innumerables personalidades, fue un héroe y un villano, fue un trovador y un antihéroe, fue un alienígena y fue humano, fue un pirata galáctico y un aristócrata pálido, fue un hombre sin nombre y fue un mesías de ojos vendados. David Bowie es reinvención, fascinación y arte, pero sobre todo, “es”, porque aunque falleciera el pasado lunes, Bowie sigue vivo para todos sus fans y también para todos aquellos que admiran el arte, porque ya es parte de la Historia.
The Stars
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David Bowie en una de las imágenes más poderosas del videoclip. Fuente. |
Mirad, me ocurre algo muy interesante con David Bowie. No tiene que ver solo con su música, aunque puede que sí, que sea eso lo que me ocurre: sufrir la capacidad de la música para hacernos evocar. Creo que también influye su imagen conformada a partir de millones, ricas, únicas y una síntesis genial de su sentimiento. Puede que también tenga que ver con el hecho de que él quiso ser un icono y se transformó en algo más que en eso, en una estrella.
Lo que me ocurre con David Bowie es que, a menudo, cuando escucho una de sus canciones, devoro uno de sus discos o me pierdo en uno de sus videoclips, acabó naufragando en una historia que se monta mi mente en torno a lo que escucho o veo. Es así. Bowie era uno de esos artistas que hace que tu mente se expanda de golpe. De pronto, es como si cayese en un mundo propio creado por uno de los seres más fascinantes de nuestra cultura.
The Stars (Are Out Tonight) es una de mis canciones favoritas de un disco espectacular como es para mí The Next Day, el disco con el que volvió del silencio. Y no solo es la letra (una sátira sobre la celebridad, el hecho de ser famoso y perder el anonimato), sino el propio vídeo, que me hace sentir que veo a una especie de Bowie que ha perdido sus recuerdos enfrentándose a una visión más joven de sí mismo, mientras los espíritus de la fama, maravillosos, conspiran contra él y su ficticia esposa.
La riqueza de la música y la letra acompañan a un vídeo excepcional que me hace imaginar docenas de historias… y eso solo lo hacen los grandes, pero por eso Bowie era gigantesco, un artista incomparable y realmente interesante. No te olvidamos, genio.
Valentine’s day
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David Bowie durante el videoclip de Valentine’s Day. Le propusieron incluir sangre y violencia por la letra. Él lo rechazó. Quiso trasmitir toda la violencia él, con su rostro, su interpretación. Fuente |
Se llama Valentine’s Day, pero no es una canción sobre amor. Es una canción, un grito, sobre todo lo contrario.
David Bowie era un genio. O es, porque eso no hay línea entre mundos que lo cambie. A lo largo de su carrera, este artista nos regaló grandísimas obras y una de las últimas, una de las más espléndidas, fue el disco The Next Day, que precedió al oscuro Blackstar, e incluyó temas como este Valentine’s Day.
Confundidos por su título (para muchos es una canción que debería ser sobre amor… hurm, no), pero basta con escuchar la letra para saber que es otro tipo de historia. Valentine va a llevar a cabo una masacre, es un asesino, y va a hacer que haya un día con su nombre. Cualquier arma parece suficiente para él. Ya ha contado a quiénes va a matar. Y lo va a hacer. No va a parar hasta que crucen el último umbral. Y sigue adelante y nadie le dirá lo que tiene que hacer. Lo ha contado, porque sabe que su frío corazón no cambiará de parecer. Nos matará a todos. Ese es su único fin.
Y Bowie lo cantaba con esa melancolía del hombre que ya ha visto el fin del mundo. Es su emblemático Five Years, ya auguró la hecatombe. Valentine no deja de ser su gran emisario. Y nosotros escuchamos. Quizás podamos cambiarlo. Quizás no.
Feliz Día de Valentín.
Llegarán muchos artistas, habrá muchos grandes nombres, nos enamoraremos y elogiaremos a muchos creadores, pero no volveremos a tener ninguno como ese camaleón que fue David Bowie. No obstante, si queremos tener un motivo de alegría, podemos decir que Bowie seguirá con nosotros.
Su música resonará en nuestra mente cuando pensemos en el The Next Day, evocaremos su imagen cuando veamos a algunos de sus compañeros de “fechorías” como Freddie Mercury o Tilda Swinton, nos embriagaremos en su memoria cuando veamos a ese príncipe malvado moviendo su esfera mágica, sonreiremos cuando suenen unos acordes del Heroes cuando vayamos por un túnel… Y la magia de Bowie ya estará hecha, porque se reinventará y nos acompañará siempre.
Por tanto, David Bowie se ha unido a las estrellas y nos ha entregado a cambio un arte que siempre estará con nosotros. Cuando elevemos el rostro bajo la noche infinita y veamos una estrella, sabremos que Bowie estará ahí fuera y que jamás menguará en su luz, porque ya nos está esperando aunque las estrellas parezcan diferentes hoy y porque llegará un siguiente día y otro, las cenizas irán a las cenizas, la fama y el baile cambiarán, pero Bowie siempre estará ahí, contigo, conmigo. ¿Y qué quieren que les diga? Le admiro y seguiré siendo el compañero de viaje de esta estrella negra que nunca se apagará.
Gracias, Bowie. Gracias por todo.
A Bowie lo conozco desde que era un crío por ser el rey de los goblins, y aunque con el tiempo he descubierto cosas de él (como la historia del puñetazo en el ojo) y algunas canciones suyas, creo que siempre lo recordaré por Dentro del Laberinto.
Y en esta semana Alan Rickman también… Es como si últimamente muriese todo el mundo, y cada vez se notase más.
Esta semana ha sido auténticamente triste, hemos perdido a dos grandes personas como Bowie y Rickman, a la misma edad y de la misma terrible enfermedad. Ambos seguirán viviendo mientras nosotros disfrutemos de su arte, pero aún así, es muy doloroso ver morir a tus héroes.