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Solo Dios perdona se convirtió en una de las películas más polémicas de su ya por sí polémico director: Nicolas Winding Refn. Fuente. |
Los celos entre hermanos no son buenos, pero cuando tu
madre se dedica al tráfico de drogas y tu hermano mayor es un auténtico
cabronazo, la cosa va aún a peor. Nicolas Winding Refn nos propone esto en una espiral de violencia a lo largo de los noventa
minutos que dura Solo Dios perdona (Only God forgives).
No es algo extraño en este director.
Rápidamente, la película establece sus virtudes y sus
defectos. Por un lado, tenemos a un Refn preciosista, que bebe mucho
(por no decir, se emborracha) del cine oriental y, por otro, la falta de
profundidad en algunos puntos. Al director de Drive, le acompaña
la música de Cliff Martínez, consiguiendo transmitir agonía o espiritualidad.
Luego, se establece el detonante la historia de un hermano mayor, Billy (Tom
Burke), que viola y mata a una prostituta menor de edad, y un hermano menor
Julian, que es obligado a vengarse de lo que le ocurre a su hermano mientras
que, por medio, está su madre Crystal (un diabólica y a la vez
shakesperiana Crystal), un policía fan de la katana y el karaoke,
llamado Chang (Vithaya Pansringarm), y la hermosa prostituta Mai
(Yayaying Rhatha Phongam). En resumen: tenemos algo estéticamente muy
bonito (capaz de crear inquietud, cuando imita a Kubrick y sus pasillos, o a
David Lynch), pero más vacío en cuanto a guion, pese a que beba de las
tragedias clásicas como Edipo, e incluso en cuanto a metáforas visuales que
poco aportan realmente al tejido de la trama.
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NWR profundiza en la delincuencia y las relaciones familiares en esta película. Fuente. |
A su vez, el film cuenta con unos actores empeñados en
no transmitir ninguna emoción en sus rostros o gestos, aunque se las hinchen a
moratones (especialmente un lacónico Ryan Gosling -con poco más de
veinte líneas-, que sustituyó a Luke Evans, y que ya había vivido el
éxito con Refn gracias a Drive).
Hay que saber
que Refn es un experto en hacer trascendentales tramas de acción que en
manos de otro director serían películas normales y corrientes o, simplemente,
bodrios. Por ejemplo, si a Drive le quitamos su dirección y
muchas de sus decisiones, tenemos una especie de A todo gas. En
este caso, en Only god forgives, la trama da para lo que da, pero pronto
empiezan los desvaríos de Refn y no es raro que el film esté dedicado a
Alejandro Jodorowski (al que ya también le dedicó Drive). Una
virtud dependiendo del espectador. En cuanto a la polémica que hubo en
algunos festivales sobre la violencia presente en Solo Dios perdona,
parece que el público desconoce la trayectoria de Nicolas Winding
y las fuentes que toma como suyas (el caso del cine coreano, donde nadie suele
salir indemne, ni siquiera el espectador). El exceso de violencia,
presentada de una forma hermosa en algunos casos, no es el mayor problema del
film. La duración y la falta de profundización en algunos momentos, la
frialdad en otros, la ausencia de intensidad, el contraste de algunos momentos
(el karaoke chirría)… Esos son los problemas que lastran, en realidad, toda
esta película.
La mejor
metáfora de la película (aunque reñida con la parte del útero) es la aparición
de ese personaje vengativo, ese policía de eterna espada, aficionado a los
karaokes (algo casi divino para la gente de Tailandia, según Refn): Chang,
encarnado por Vithaya Pansringarm. ¿Cuál es la metáfora? Simplemente,
él es dios, cruel y justiciero, del que nadie se puede vengar y el que es el
único que perdona al final al personaje de Gosling.
Solo Dios
perdona (Only God
forgives) y Nicholas
Refn deberán ahora aprender una importante lección: solo el espectador
perdona y será el que decida el devenir de este film. Que los dioses del
séptimo arte, los espectadores, decidan.