June, la protagonista de Un cesto lleno de cabezas, se enfrentará con su hacha vikinga a la mismísima tormenta y lo que supondrá para los personajes de la isla de Brody. Fuente.

«El
malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león»,
Proverbios 28:1.

Creepshow
de George A. Romero era un homenaje a los cómics de la editorial EC y contó con
un guion firmado por nada más y nada menos que Stephen King. Al comienzo de la
película, un padre le echa la bronca a su hijo por leer esos cómics que pudren
el seso, pero el crío sigue refugiándose en esas escabrosas historias de
terror. A continuación, asistimos a una sucesión de relatos macabros que
culminan cuando ese pequeño decide llevar a cabo su propia historia de terror. 

El crío de la película era interpretado por Joseph King, el hijo del escritor
Maine, que años más tarde, en el mundo real, decidió escribir sus propias
historias de terror, como El traje del muerto, Cuernos, NOS4A2, Fuego,
Locke & Key… Todas ellas bajo el seudónimo de Joe Hill. Su amor por los
cómics le hizo convertirse en escritor (la cita de su primera novela es de Alan
Moore
) y lo convirtió en el candidato perfecto para inaugurar la colección Hill
House Comics de DC, en la cual se resucita el estilo de los cómics de terror
primigenios que publicaba la editorial antes de empezar a vender historias
sobre tipos en pijama que deciden salvar el mundo.

Un cesto lleno de cabezas juega con el tono cutre y divertido de películas como Posesión infernal. Fuente.

Serie
B

El
título con el que arranca la colección Hill House es Un cesto lleno de cabezas, una serie
que bien podría ser uno de los cortometrajes falsos de Planet Terror o Death
proof,
aquella locura de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino. Nos trasladamos
al final del verano en una pequeña y pacífica isla, Brody, pero una serie de extraños
sucesos llevará a que, en plena tormenta, un grupo de presos escape de la cárcel
y la ínsula quede aislada. La joven June intentará salvar a su novio, un
ayudante de policía, que ha sido secuestrado por los prisioneros huidos, a la
vez que se desata un apocalipsis a su alrededor. ¿Su única arma? Un hacha
vikinga sedienta de sangre, un hacha que corta cabezas… pero hace que las
cabezas se mantengan con vida o algo muy parecido a la vida.

La policía de la isla se enfrenta a su propia tormenta. Fuente.

Un
cesto lleno de cabezas
es pura serie b que nunca se acerca al terror, sino que
tiene más bien devaneos con el género fantástico, la comedia negra y el tono
satírico de los cómics de EC a los que homenajea Hill y, sobre todo, Leomacs
con su dibujo, digno de una de aquellas publicaciones. Lo bueno de la miniserie
es que, como una de esas películas de terror veraniegas, se devora en un
santiamén y no aburre.
El gran problema es que, una vez termina, tampoco
perdura en la memoria del espectador y eso pese a que la supuesta “final girl”
de la historia, June, se convierte en un personaje maravilloso cuando decide
utilizar el hacha vikinga para descabezar a sus enemigos.

Lástima
que Joe Hill, quien ya debería ser un experto en contar historias, peque de
hacer guiños donde no debe, como, por ejemplo, en esos villanos que se pasan
páginas y páginas contando su plan y explicando todo, haciendo que June pase a
ser una mera oyente.
Eso podía aguantarse o permitirse en la lectura de un cómic de otra época, en 2021,
por mucho que sea un recurso con el que se hace referencia a los tebeos
originales de terror, se convierte en algo maniqueo, simplista y sin
una gota de originalidad.

Icónicamente, Caperucita Roja ha cambiado el escarlata al amarillo digno del terror. O si no que se lo digan al pequeño Georgie con su barco que siempre flota… Fuente.

Si
bien puede que Joe Hill no esté tan acertado como debería (aunque ahí están los
giros marca de la casa y las referencias a la obra de su padre, con la prisión
de Shawshank), el dibujo de Leomacs sí que logra estar a la altura. Su estilo
se adapta a los tebeos de terror de mediados del siglo XX, aquellos que tanto “temía”
Friedric Wertham, y el coloreado de un veterano como Dave Stewart siempre
realza una historia que podríamos ver en un cine al aire libre.

Decía
Joe Hill que había crecido disfrutando de películas como Tiburón o Posesión
infernal
, y si en obras como A tumba abierta eso quedaba claro (casi todos sus
cuentos eran homenajes literarios o fílmicos), con el cómic Un cesto lleno de
cabezas
es todavía más evidente. Más allá de los guiños del nombre de la isla (igual que el jefe de Tiburón) o de momentos
dignos del Ash de las películas de Sam Raimi, Un cesto lleno de cabezas es la
típica comedia de humor negro con algunos elementos de terror y mucho gore al
estilo Re-animator y otras de esas locuras ochenteras.
Para todos aquellos que
estén buscando terror, no estamos en el caso.

Un
cesto lleno de cabezas
es un mero disfrute con el que Joe Hill se entrega a las películas que marcaron su adolescencia y del que un lector
casual que disfrute del género podrá sacar un entretenimiento y poco más.
No perderemos la cabeza por él… salvo que June nos haga una visita.

Una cesta llena de cabezas cuenta en esta imagen con un guiño a Tiburón y a la obra de Stephen King, un buen resumen de gran parte del cómic. Fuente.
Calificación:
Carlos J. Eguren
autor@carlosjeguren.com
¡Cuidado! No leas esta biografía. ¡Te he dicho que no la leas! Si la lees, estarás condenado… En serio… ¿Sigues leyendo? Luego no me digas que no te lo he advertido: Carlos J. Eguren está muerto, solo que no se ha dado cuenta y sigue escribiendo desde ultratumba. Es escritor en Castle Rock, profesor en Arkham, periodista en Midian, divulgador cultural en Carfax, juntaletras en el omniverso y pasto de los gusanos en todas partes. Ha publicado cuatro novelas: Hollow Hallows, Devon Crawford y los Guardianes del Infinito, El Tiempo del Príncipe Pálido y La Eternidad del Infinito. Ya prepara mediante ouija sus próximas historias que formarán parte del libro de los muertos. Espera volver a aparecerse cuan primigenio cuando pueda escaparse de R'lyeh… Ahora ya has leído su biografía, ahora ya estás maldito. ¡Bienvenido!

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