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Hace poco, en las redes sociales se ha estado hablando de La Venganza de los Sith, película que ya tiene quince años y que concluyó las precuelas que realizó George Lucas sobre Star Wars y, para muchos, culminó la saga Skywalker. Terriblemente vilipendiada en su momento, ahora, tras la nueva trilogía de Disney, muchos la reivindican… Hace poco, con el cambio de PC, encontré esta crítica que empecé a escribir y nunca publiqué en el blog por diversos motivos. Recuerdo ver la película el día de su estreno, me encantó y he vuelto a verla deseando aclarar muchos puntos. Espero que os guste y que sirva para seguir el debate.

Star-Wars-Episodio-3
El Episodio III nos reveló el paso de Anakin al lado oscuro. ¿Estuvo a la altura? Fuente.

«Así muere la libertad… con un estruendoso aplauso»- Padme

Durante más de mil generaciones, los Caballeros Jedi
trajeron la paz y la justicia a toda la galaxia, en la época de la República,
antes del Imperio Galáctico, antes de la oscuridad. Un Jedi caído en el Lado
Oscuro, Darth Vader, persiguió y aniquiló a todos los Caballeros Jedi hasta
llevarlos a la extinción. Esta es la historia de la caída de la República y la
caída de Anakin Skywalker en el Lado Oscuro y el comienzo de una nueva
esperanza.

Si La Amenaza
Fantasma
y El Ataque de los Clones
intentaban ir en paralelo a Una Nueva
Esperanza
y El Imperio contraataca
(cosa que no consiguieron), La Venganza
de los Sith
consiguió superar a El
Retorno del Jedi
, que puede que no fuera el desenlace que los seguidores
queríamos para Star Wars. De ahí,
como curiosidad, que El Retorno del Jedi
se llamase en su día La Venganza del
Jedi
, pero George Lucas decidió cambiarlo porque, para él, un Jedi no se
venga; en cambio, los Sith sí.

No era una tarea sencilla la propuesta para esta tercera película. La
Venganza de los Sith
tuvo que cerrar las precuelas, a la vez
que servir de puente con la trilogía original, narrando varios de los sucesos
que los aficionados esperaban ver desde hacía años: el final de las Guerras
Clon, el nacimiento de los gemelos Skywalker, la caída de la Orden Jedi, el
alzamiento del Imperio, la llegada de Darth Vader… Las miras eran altas y, por
suerte, La Venganza de los Sith la
cumple.

Guerra y
sordidez

La
Venganza de los Sith
comienza con una apoteósica batalla en la
atmósfera de Coruscant. Es el cercano final de las Guerras Clon y dos
Caballeros Jedi, Obi-Wan y Anakin, deben salvar al Canciller Palpatine,
secuestrado por las fuerzas separatistas. Acompañados de la música de John
Williams y el simulacro de batalla aérea que siempre quiso filmar George Lucas,
nos adentramos en una gran batalla con algún alivio cómico como es la aparición
de R2-D2. Es una de las mejores partes de la película y eso que sufrió un
severo recorte de metraje que, por suerte, se puede recuperar en las escenas
eliminadas. Uno de los puntos buenos, sin duda, es que la cinta va al grano,
que no nos perdemos en detalles intrascendentes y tiene un ritmo envidiable sin
escenas con grandes parones.

Pronto la película se centra en el enfrentamiento
interno de Anakin. Por un lado, tiene sueños donde ve a Padme morir dando a
luz. Por otro lado, el Canciller Palpatine sigue jugando con él y en la
espléndida escena de la ópera, narra la tragedia de Darth Plagueis, un Sith
capaz de crear vida, algo que Anakin necesita para mantener con vida a Padme.
¿Es el Lado Oscuro la respuesta? Y después, tenemos a los Jedi incapaces de
darse cuenta de que son gobernados por el Lado Oscuro, diezmados por el atroz
avance de los Separatistas a los que no pueden detener y deseosos de que Anakin
espíe a Palpatine, aunque Anakin se sienta contrariado al formar parte del
Consejo Jedi sin tener el grado de Maestro, algo que considera un insulto. Por
si fuera poco, Anakin duda de los Jedi (y no nos extraña tras la desmitificación de estas precuelas y series como las Guerras Clon) y Obi-Wan debe partir para terminar las
Guerras Clon en el remoto Utapau. Anakin se queda solo y su destino queda
sellado para siempre.

A partir de ahí, cuando Anakin cae en el Lado Oscuro,
toda la película vuela hacia su épico desenlace, desde la orden 66 pasando por
la revelación de que Anakin es parte del Lado Oscuro, sin olvidar el
enfrentamiento entre Obi-Wan y Anakin y el amanecer de una nueva esperanza. Eso
hace que La Venganza de los Sith
tenga todos los ingredientes para ser una gran historia y para cumplir con su
cometido de sellar la saga de Star Wars.

star-wars-sith
La caída de los Caballeros Jedi, el paso al Lado Oscuro, la muerte de varios de sus personajes… Star Wars es alimentada por la tragedia. Fuente.

Personajes
de una tragedia

Ernest Hemingway dijo algo así como “no eres el
personaje de una tragedia”, pero eso no es aplicable a los personajes del Episodio III de Star Wars, que ya sea por el fundamento de los hechos o por las
meras florituras de los diálogos, se acercan más al teatro y la tragedia
clásica que al cine moderno de aventuras que Una nueva esperanza inauguró (a
base de fagocitar y reinventar los cuentos de hadas, el western, la space
opera…).

Hayden Christensen siempre ha sido un actor criticado
por su interpretación en Star Wars. Pese a sus papeles en películas como
Shattered Glass, Christensen parece que ha sufrido la maldición de haberse
puesto el casco de Vader. No obstante, cumple con su rol de Anakin Skywalker,
Caballero Jedi que sucumbe al poder del Lado Oscuro del Sith como los héroes de
las tragedias, cayendo en desgracia al intentar evitar que esta, que ha
profetizado, se produzca. Durante décadas, los fans se preguntaron cómo Anakin
pasó al Lado Oscuro, aquí obtenemos respuesta a importantes eventos como el
auge del Emperador y la primera vez que se pronuncia el nombre de Darth Vader.

Muchos espectadores se quejan de que la conversión al
Lado Oscuro de Anakin es muy sencilla, muy rápida. Sin embargo, un servidor
prefiere ver ese cambio de un modo progresivo desde la primera película y
considero que Anakin cae en el Lado Oscuro cuando masacra a los Moradores de
las Arenas en el Episodio II, no tanto cuando traiciona a los Jedi, es algo más
sutil en lo que se pone hincapié con hechos como la ejecución de Dooku.

Sin embargo, sí, la escena de la caída al Lado Oscuro
tiene lugar con algunos puntos flacos. Mace Windu acude al despacho del
Canciller Palpatine acompañado de alguno de sus mejores guerreros y estos
sucumben ante Palpatine con una facilidad inusitada. El duelo entre Windu y
Palpatine no está mal, aunque concluye con un Anakin que aún se debate entre
ser un Jedi o un Sith y termina con un Windu chillando sin parar y un Palpatine
que sucumbe ante la imagen de villano histriónico que siempre tuvo.

Al otro lado del ruedo tenemos a Ewan McGregor como
Obi-Wan Kenobi, el personaje que en Una Nueva Esperanza le relataría a Luke
Skywalker
cómo la República cayó y los Jedi fueron erradicados; en La Venganza
de los Sith
revivimos ese monólogo y somos testigos de esos eventos. McGregor
demuestra ser un actor comprometido, estudió a Alec Guinness (el Obi-Wan
original) y crea el puente perfecto entre el joven Kenobi y el venerable Ben, a
la vez que transmite gran parte de lo que cualquiera sentiría durante la escena
de la despedida de Mustafar, cuando exclama ese “¡Tú eras el Elegido!”.

En un segundo plano queda Natalie Portman como la
embarazada Padme.
Sacrificando parte del papel de chica guerrera y política de
acción de las dos películas previas, Padme se convierte en la gran víctima de
la película. A destacar la mayoría de las escenas cortadas de Portman, donde
somos testigos del nacimiento de la Alianza Rebelde y del vínculo de Padme con
Bail Organa, el futuro padre adoptivo de Leia. Por fortuna, no se cortó la que
puede ser una de las mejores escenas del Episodio III, cuando Padme observa
Coruscant desde su apartamento mientras Anakin se debate en el Consejo Jedi
sobre su lealtad. Es entonces cuando John Williams nos entrega una banda sonora
compuesta de unos hermosos y dramáticos lamentos que realzan el contenido
emocional de la escena que acontece antes de la tragedia.

Surgiendo de las sombras a las que condena a toda la
galaxia está el Canciller Supremo Palpatine, que aquí, cual decadente Julio
César
, se convierte en el Emperador y revela su naturaleza como Señor de los
Sith. Su plan, largo tiempo estudiado, consigue sus frutos y acomete la
venganza que llevaba engendrándose desde hace décadas. Ladino y malvado, capaz
de manipular a todos a su antojo, Ian McArmid consigue todos los minutos
necesarios, aunque tal vez se sienta que hay un pase hacia su verdadero yo
demasiado pletórico, de repente es el enorme villano que conocimos en la
trilogía clásica y sin ningún tipo de paliativo. Como curiosidad, George Lucas
aprovechó al actor para grabar la escena del holograma de El Imperio Contraataca, donde el personaje fue interpretado por una
mujer.

En el Lado Oscuro también tenemos al General Grievous,
que estuvo a punto de ser interpretado por Gary Oldman. Grievous es un villano
que se presentó y se desarrolló en la serie animada Las guerras clon y que en el Episodio
III
aparece como un pálido reflejo de lo que será un día Darth Vader (el
hecho de ser mitad máquina, la tos crónica en vez de la respiración
asfixiante…). Lamentablemente, no se profundiza más en él aparte de su obsesión
por cazar Jedi, su carácter cobarde y furibundo y su habilidad para la lucha
con espada láser. La profundización en este personaje quedaría para la serie Clone Wars.

Dejándolo aún más de lado, el Conde Dooku solo tiene
cuatro líneas, así que queda desaprovechado, aunque su personaje se expandiese
con la serie de Clone Wars
y Christopher Lee tenga el porte que
necesitaba Dooku. Sería en Clone Wars donde se profundizaría en los planes de Dooku para tomar el poder de Darth Sidious gracias a su aprendiz, Assaj Ventress, y, más tarde, Savege Opress. La escena de su ejecución sirve para dar paso a aquello en lo
que está por convertirse Anakin y la escenografía de la secuencia nos evoca a
la misma estancia de la Segunda Estrella de la Muerte donde Luke y Vader tienen
su último duelo en El Imperio
contraataca
.

Ah, aparece Jar-Jar Binks en dos escenas, pero no tiene
diálogo lo que corrobora mi tesis de que cuanto menos Jar-Jar en las precuelas,
mejor es la película.


El
círculo se cierra

El Episodio III, aún con sus puntos flacos (¿qué película no los tiene?), posee
buenas escenas, dignas del recuerdo del seguidor de la saga. Desde la Orden 66
hasta la entrada de los clones y Anakin en el Templo Jedi, sin olvidar la
masacre de los padawan, el montaje en paralelo entre el surgimiento del Imperio
y la matanza de los separatistas (con el extrapolable a nuestro mundo: “así
muere la libertad, con un estruendoso aplauso”), el final de las guerras clon,
el duelo de Anakin y Obi-Wan

Puede que las Guerras Clon, ese episodio histórico, casi mítico al que aludía el Obi-Wan de Alec McGuinness en la primera película de Star Wars, se reivindicase en las dos series de animación, incluyendo la que ha concluido hace unos meses y que contó con Dave Filoni, la mente que ha resucitado la saga para muchos de nosotros. En el Episodio III asistimos a su final y cobra nuevos sentidos con el Universo Expandido. El «Wars» del título de la saga siempre ha estado presente y aquí lo encontramos con la batalla áerea de Coruscant, la persecución de Utapau o la batalla a ras de suelo y mar en Kashyyyk. Sobre este último mundo, con el planeta natal de los wookies, Lucas recuperó la
idea original de El Retorno del Jedi, según la cual los que debían combatir al
Imperio en la sexta película eran los wookies y no los ewoks. Su inserción y la
amistad con Yoda puede ser un poco de fanservice, pero quita el regusto amargo
de esos ewoks que quizás a muchos nunca les gustaron.

Pero la auténtica intensidad de la película radica en la batalla a «menor» escala, pero, que, realmente, cierra toda la historia gracias a su dramatismo y espectacularidad. Me refiero, por supuesto, al duelo de espada láser entre Obi Wan Kenobi y Anakin
Skywalker en el infernal Mustafar, montado en paralelo al duelo del Emperador y
Yoda en el Senado Galáctico.
Se convierte en una de esas escenas que salvan la
película, en parte no solo por la lucha (McGregor y Christensen entrenaron
durante varias semanas), sino también por la música estremecedora de John
Williams
que mezcla su Duel of Fates y su The Battle of Heroes. Los personajes nos importan, por eso esa escena funciona tan bien.

Pese
a que el ritmo es mejor que en sus dos predecesoras, debemos destacar
que hay muchas escenas eliminadas, a destacar el nacimiento
de la Alianza Rebelde, donde aparte de Bail Organa participa la propia
Padme.
Quizás el recorte de esta trama es lo que hace que Padme quede relagada
hasta
cierto punto en el corte final (quizás así se elimina un poco el
“problema” de
querer explicarlo todo de las precuelas, pero acaso ¿puede tener otra
función
una precuela? De ahí la escena de la llegada de Yoda a Dagobah, incluida
en las
eliminadas). A estas escenas que se quitaron del montaje final, se
añaden
varias del rescate del Canciller y la batalla de Coruscant, que siempre
aportan
algo de entretenimiento, aunque desbordaba el film. Más interesante
puede ser
esa escena en la que Yoda habla con Qui-Gonn Jinn sobre volver del
averno de la
Fuerza y que, al final, se omitió (y podía llegar a explicar porqué
algunos
Jedi regresan y sus cadáveres se desvanecen como el de Obi-Wan en Una
Nueva
Esperanza
y otros no… Cosas que a los fans parece que nos enloquece).

Los efectos especiales cumplen gratamente, no habiendo
envejecido en demasía en estos diez años pese a algún momento donde el chroma o el exceso digital puedan llevarnos a cuestionarnos qué vemos. Inmerecida la falta no del premio ya,
sino simplemente de la nominación a Mejores Efectos Especiales de los Oscar de
ese año. Véase la recreación de mundos como Mustafar, para el cual se tomaron
imágenes del volcán Etna en erupción, o la concepción de nuevos medios para contar una historia. Muchos acusan a Lucas de haberse vendido a la tecnología, cuando Lucas siempre fue un impulsor de esta y creo que en esta película es la precuela donde los efectos son más un elemento aledaño y no un mero sostén. La historia funciona.

Cabe preguntarse, eso sí, porque no se hizo ni a un
solo soldado clon (aún en evolución entre la armadura mandoloriana de Jango
Fett
y el traje clásico de los stormtroopers), sino que la mayoría tenían
trajes hechos por ordenador, lo que hace que en alguna escena, la cabeza del
actor Temuera Morrison parezca que no acaba de encajar. Al menos, los trajes de
los wookies sí fueron creados tradicionalmente (diez de ellos, el resto fue
creado digitalmente) y al menos se nos presenta a alguno más que al famoso
Chewbacca, que aparece más como un guiño.

En su día, muchos se quejaron de la abundancia de efectos
especiales de pantalla verde en las precuelas, pero ahora que uno lee quejas
por el uso de efectos especiales manuales en El despertar de la Fuerza,
siente
que más bien los seguidores no saben lo que les gusta y es un argumento más que
se debe esgrimir porque sí.

Entre las curiosidades, varios portales señalan que
George Lucas pensó en insertar un cameo de un joven Han Solo entre los wookies
de Kashyyyk, pero quizás fue mejor mantener esa idea del Universo Expandido,
según la cual, Solo conoció a Chewbacca siendo un joven dentro de la academia
de soldados de asalto (que no soportó ver cómo sus compañeros atacaban al
wookie, lo ayudó, tuvo que abandonar el Imperio, convertirse en mercenario y
Chewbacca (Peter Mayhew) le acompañó porque sentía que tenía una deuda con él; todo esto sería reinterpretado en la película de Han Solo, años después).
No obstante, una curiosidad.

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Star Wars se cerró para muchos en esta tercera parte. Fuente.

El
nacimiento de una nueva esperanza

Otra escena narrada en paralelo que me sigue fascinanto es el nacimiento de Vader como un Frankenstein, con el que se recupera la voz de
James Earl Jones y, en español, de Constantino Romero, a la par que se narra el nacimiento de Luke y Leia. Si bien la muerte de Padme puede resultar «forzada» para algunos, creo que Star Wars se mueve en el terreno del cuento, de la tragedia clásica, donde podemos comprender que estos eventos buscan más el dramatismo o la catarsis que la explicación meramente «analítica» de los hechos».

Un concepto que me sigue atrayendo del Episodio III es que George Lucas sabe callar, deja que las escenas lo cuenten todo en muchos momentos, contando con la música de John Williams como un poderoso aliado, como podemos ver en la escena del entierro de Padme o el momento en que el Emperador, Vader y el mismísimo Moff Tarkin (como si Peter Cushing hubiese resucitado y, seguramente, mejor que la opción de los efectos especiales digitales de Rogue One) observan la construcción de la Estrella de la Muerte.

Si bien la escena en Alderaan es un dulce homenaje a Leia y el planeta del que solo vimos cómo estallaba en el film original, en la llegada a Tatooine, cuando Obi-Wan entrega a Luke a sus tíos, observamos, con la puesta de los dos soles, como aquel círculo del que hablaba Darth Vader en la película original cuando iba a encontrarse con su viejo maestro y a enfrentarse a él, se cierra. La Venganza de los Sith supera a La Amenaza Fantasma y
El Ataque de los Clones (tampoco era difícil dirán algunos) e incluso queda por
encima de El Retorno del Jedi en muchos de sus puntos, mientras que para un
servidor puede verse sin problemas con sus dos favoritas de la trilogía
original Una Nueva Esperanza y El Imperio Contraataca.

Siempre cabe cuestionarse si fue un acierto o no el
hecho de crear unas precuelas que explicasen todo lo previo a Una Nueva
Esperanza
(más tarde aparecería Rogue One o Rebels para cubrir el espacio entre el Episodio III y el IV). Por un lado, la calidad de las películas puede afectar, pero también
las expectativas de los espectadores, que llevaban inventándose su Episodio I,
II y II
desde el final de El Retorno del Jedi si no antes. Star Wars, al fin y
al cabo, es el juguete de varias generaciones.

Con La Venganza de los Sith, Star Wars había concluido o, al menos, lo hizo durante algunos años donde el Universo Expandido fue una fuente de entretenimiento hasta que Lucas vendió su criatura a Disney y entonces llegarían nuevas historias… pero esa es, precisamente, otra historia de una galaxia muy, muy lejana.

Carlos J. Eguren
autor@carlosjeguren.com
¡Cuidado! No leas esta biografía. ¡Te he dicho que no la leas! Si la lees, estarás condenado… En serio… ¿Sigues leyendo? Luego no me digas que no te lo he advertido: Carlos J. Eguren está muerto, solo que no se ha dado cuenta y sigue escribiendo desde ultratumba. Es escritor en Castle Rock, profesor en Arkham, periodista en Midian, divulgador cultural en Carfax, juntaletras en el omniverso y pasto de los gusanos en todas partes. Ha publicado cuatro novelas: Hollow Hallows, Devon Crawford y los Guardianes del Infinito, El Tiempo del Príncipe Pálido y La Eternidad del Infinito. Ya prepara mediante ouija sus próximas historias que formarán parte del libro de los muertos. Espera volver a aparecerse cuan primigenio cuando pueda escaparse de R'lyeh… Ahora ya has leído su biografía, ahora ya estás maldito. ¡Bienvenido!

2 comentarios sobre “Crítica de Star Wars. Episodio III: La venganza de los Sith, auge y caída de los Skywalker

  1. Yo creo que es un acierto esta trilogía, muy bien cerrada con esta película.
    Coincido con lo de tragedia griega. Lo que hace el personaje para evitarla, es decisivo para causar la tragedia.
    Creo que influye esa frase de Yoda:-Tienes que aprender a librarte de lo que temes perder.
    Uno de los peores consejos de una ficción.

    La mención a que un sith podía crear vida, ¿podría implicar que así fue como fue concebido Anakin?

    1. Me alegro de que te guste.
      Supuestamente, según el Universo Expandido, Palpatine manipuló los midiclorianos para conseguir a Anakin.
      ¡Saludos!

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