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Solo los amantes sobreviven nos presenta una visión melancólica del vampirismo y el amor. Fuente. |
«I
just feel like all the sand is at the bottom of the hour glass or something».
La
soledad. La condena. Largos paseos nocturnos por un asolado Detroit.
Conversaciones taciturnas. Una vida en la sombra. Una vida en la melancolía. Una
vida en la noche. ¿Una vida? Los vampiros son los monstruos más interesantes,
porque a través de su “no vida” captan la tristeza y el hastío de la
inmortalidad, la dependencia de la sangre y la noche, y la capacidad para
adaptar infinitas metáforas sobre nuestra realidad. A través del vampiro,
relatamos sentimientos inmortales que mueren en cada uno de nosotros.
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Dos vampiros frente al amor y el desamor. Fuente. |
Desolation row
En
2013, el director Jim Jarmush estrenaba Solo los amantes
sobreviven (Only lovers left alive), película incomprendida en su
momento, que, poco a poco, se ha ido ganando su puesto entre lo mejor del
cine vampírico reciente (que tampoco era difícil, pero que agradecemos los aficionados
al subgénero). El film sigue la historia del vampiro y músico en la sombra Adam
y su antiguo amor Eve, y un microcosmos formado por personajes como Ava,
la siniestra hermana de Eve, el mefistofélico Marlowe, el
trasnochado mortal Ian y el doctor Watson.
Sin
olvidar un mordaz sentido del humor negro en algunas escenas, Jim Jarmush
nos narra esta particular historia de amor cargada de nostalgia y melancolía,
con unos personajes que recorren un mundo de música lastimera, y que sostiene cómo
los mortales modernos, pese a ser dioses, han perdido cualquier atisbo de
pasión por la vida, tal y como sostenía Alan Moore en el final de la
magnífica obra From Hell. Como si fuese una obra de un
romanticismo tardío, Solo los amantes sobreviven nos habla de la
pérdida, del deseo, del dolor, de, al fin y al cabo, el amor.
El
mensaje de la película radica en la relación entre Adam e Eve,
con sus bíblicos nombres (aunque Jarmush los incluyó por una obra de Twain),
con sus humanos pesares. Inmortales, pasará el tiempo y se amarán y se
separarán solo para volver y separarse de nuevo en un ciclo de alegrías y
pesares. No es la primera vez que vemos el cansancio de la existencia inmortal
-ahí estaba The hunger (El ansia de Tony Scott)- ni es la
primera vez que vemos la importancia de la música en los vampiros (recordemos a
Lestat como rockero), pero sí que sentimos un pesar moderno en esta
película. El vampiro sirve como metáfora para hablar de todo aquel que se
siente diferente en una Detroit que, como el infierno de Dante, representa ese
lugar en el que nos torturamos a nosotros mismos, una ciudad marcada por la
crisis económica y el vacío, y que bien podría ser ese sitio donde todos nos
torturamos. Aquellos que nos hemos perdido en la noche podemos entender los
ecos de esta película en nuestras vidas.
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La película se sostiene sobre todo en las interpretaciones de Tilda Swinton y Tom Hiddleston. Fuente. |
Dando vida a los no muertos
Otro
acierto de Jarmush, más allá de su recopilación de guiños musicales y
literarios, está en el reparto, encabezados por unos geniales Tom Hiddleston
y Tilda Swinton, capaces de retratar la melancolía del vampiro moderno.
Mientras, Mia Wasikowska se reivindica como actriz al encarnar a la
siniestra y enloquecida Ava, que parece conectar con la Claudia
de Entrevista con el vampiro, y que, incluso con su nombre, es un
remedo siniestro de su hermana, Eve. Un guiño que se convierte en
personaje es Marlowe, el vampiro interpretado por John Hurt;
según algunas teorías, Marlowe fue autor de varias de las obras de William
Shakespeare, aparte de dar a conocer al personaje de Fausto, la
cinta juega con ello. Entre los secundarios, también brillan Jeffrey Wright
como el doctor Watson, quien tiene sus propios tratos con los vampiros,
y el joven amigo mortal de Adam, Ian, al que da vida Anton Yelchin
(un actor al que perdimos demasiado joven).
La
banda sonora merece también ser mencionada. Jim Jarmusch y Jozef van
Wissem, apoyándose en el Funnel of love de de Madeline Follin, se encargaron de dar alma a una película que trata sobre esas
melodías que surgen de la propia noche y que permanecen en la memoria del
espectador, pasen los años que pasen, retratando bien el amor y la huida de Eve
y Adam. Años después, sigo recordando la música como si fuese hipnótica
y es que la música es, en parte, el sentido de la película.
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Mia Wasikowska encarna a la siniesta hermana de Eve. Fuente. |
Decía
Neil Gaiman en The Sandman que la muerte era al final un regalo y
Solo los amantes sobreviven aborda ese y muchos otros mensajes a
lo largo de todo el film. Jim Jarmush propuso con su película una visión
del vampiro muy particular, una visión que habla de la marginalidad moderna y
el eterno ciclo de las parejas que se aman lo suficiente para separarse y
volverse a encontrar. Nos habló de vampiros. Nos habló de la noche. Nos habló
de la vida. O lo que hay más allá de ella y al final nos reveló la gran verdad:
solo los amantes sobreviven.