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La muerte cansada (Las tres luces) es una de las grandes primeras películas de la historia del cine. Fuente. |
Las tres
luces (o La muerte cansada, la traducción más cercana
a Der müde Tod) es una película alemana, muda, en blanco y negro,
estrenada en 1921… Pero pasarán las décadas y la inmortalidad de sus temas (el
amor, el tempus fugit, el memento mori) continuará conmoviendo a
generaciones, gracias a la magia de una historia ineludible para el ser humano: la historia de su vida.
Historia
de tres muertes
Las tres
luces relata cómo una joven (encarnada por Lil Dagover)
pierde a su amado y busca recuperarlo. Le ruega a la Muerte que se lo devuelva.
La Parca, cansada de que siempre se la considere una enemiga, decide hacer un
pacto con ella: cada vela encendida en su refugio representa una vida, tres
están a punto de apagarse; si logra que no se apaguen, que esas personas no
mueran (o, al menos, una de las tres velas), la Parca le devolverá a su
amado. Ella acepta y nosotros viajaremos a tres segmentos diferentes: uno
en un reino árabe en el Ramadán en el que la hermana del califa se enamora de
un franco, otro en Venecia donde una mujer intenta salvar a su amado y eliminar
a un poderoso hombre que intenta poseerla y matar a su amor, y un último en la
China Imperial, donde una pareja, discípulos de un mago, deben entretener a un
avaro emperador que querrá apoderarse de la joven.
De este
modo, siguiendo obras clásicas de la literatura, tenemos una historia marco que
alberga otros tres segmentos (un ejemplo de esta técnica lo vemos en algunos
cuentos del alemán E. T. A. Hoffman). En ellos, la protagonista
deberá comprender qué es la muerte, la fugacidad del tiempo y el valor de la
pérdida, ya que a estos dilemas se suma un último pacto, según el cual si
la joven enamorada consigue el alma de alguien que no debía morir, le
devolverán a su amado, pero ¿podrá causar la muerte de un inocente para
conseguir a aquel que ama?
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Póster con una de las poderosas imágenes de La muerte cansada. Fuente. |
Hito
fundacional
Pura magia
en formato de cine. Estamos ante uno de los clásicos fundacionales de la historia
del cine, parte de la etapa alemana del director Fritz Lang, que
antes de construir Metrópolis, ya demostraba aquí sus grandes habilidades (no
solo para contar una historia, sino también para incluir efectos especiales). El
ambiente dramático de la película se mezcla con el tono de aventuras e incluso humorístico, que dotan a todo el cine clásico de ese aire de comienzo, de
exploración sin límites, de experimentación que tenía comienzos del siglo XX. Lang
concibe así una de las primeras muestras del cine fantástico y una influencia,
queramos o no, para muchas obras posteriores. Por ejemplo, es casi imposible no
ver algo de la Muerte (encarnada por Bernhard Goetzke) de Las tres
luces en El séptimo sello de Bergman o detectar
similitudes entre esta historia de amor narrada en diferentes segmentos, pero
con los mismos actores interpretando diferentes personajes, y El atlas de
las nubes de las hermanas Wachowski.
La película
continúa (y continuará) siendo un auténtico hito que ha cautivado al público
durante generaciones. Actualmente,
remasterizada, entendemos la magia que estas imágenes trasladó al espectador,
con la labor encomiable de Arno Wagner y Karl Freund (más tarde,
director de La momia de la Karloff). La lograda labor de
ambientación de Hermann Warm, Walter Röhrig y Robert Herlth marcó
un momento cumbre en los inicios del cine.Además, los efectos especiales son otro logro para la época y beben del
ilusionismo practicado por autores como Georges Méliès o Alice Guy.
Es encomiable el talento y las ansias de abrir nuevos frentes que muestran los
creadores. Por ello, Alfred Hitchcock la consideraba una de sus
películas favoritas y para Luis Buñuel fue una de sus mayores
influencias.
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La Muerte pone fin al peregrinar de cualquiera. Fuente. |
Escrita
por Thea Von Harbou, colaboradora habitual del director (y futura esposa
de Lang en ese momento), Las tres luces está impregnada
del aire de fábula en el que la joven que desafía a la muerte pensando que el
amor puede vencerla, deberá aprender lo contrario: el amor no puede vencer a
la muerte, pero, en un atisbo de esperanza, puede sobrevivirla. El destino
impera (en Estados Unidos, por algo se la llamó Destiny). Frente a la versión más
medieval de la Muerte, aquí tenemos a una Parca que, como el
título del film indica, está hastiada de su labor, de ser considerada un
monstruo, hecho que la humaniza y presenta ideas que se explorarán en
siguientes obras. Gracias a su ambiente onírico, ya presente en el guion,
todo lo que aparece en pantalla tiene la magia del inicio del séptimo arte,
cuando cualquier cosa parecía poder lograrse.
Las tres
luces (o La muerte cansada) cumplirá este año su
centenario, pero no por ello es menos disfrutable. Más allá de prejuicios o
efemérides, su aire de fábula y su moraleja sobre la vida y la muerte sigue
siendo una obra imprescindible para los espectadores, una obra que adquiere la
inmortalidad.
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Otra de las poderosas imágenes que hace inolvidable a Las tres luces (La muerte cansada) de Fritz Lang. Fuente. |