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Los diálogos deben aportar a una historia. Fuente.

Soy un charlatán selectivo: si encuentro a la persona oportuna, no dudo en ponerme a hablar como loco durante horas y horas. Eso se refleja en lo que escribo.

No fue hasta el momento en que conocí a más escritores cuando supe que había juntaletras a los que no les gustaba escribir diálogos. A mí me encanta. Me lo paso bien y gran parte de mi literatura se basa en ellos. Mucha gente no lo entiende (hay lectores que prefieren la descripción, sí) y muchos autores los aborrecen. Personalmente, es una de las partes más divertidas, porque permite escribir a los personajes de diferentes maneras (sí, soy un tío triste que disfruta con estas cosas).

A continuación, hablamos de los diálogos de las novelas, que son algo más que el blablablá. ¿Ok?

Y esto es un descarado gif publicitario con el blablablá. Fuente

Escucha

Esto puede ser complicado si has llegado a aplicar alguna vez la capacidad que yo tengo para dejar de escuchar a alguien que me habla y que no me interesa lo que me dice o me aporta. Esta habilidad la perfeccioné en la universidad y creo que me la convalidan por varios años de meditación.

Sea como sea, escucha de vez en cuando (tampoco siempre, no vaya a ser…) a la gente que te rodea. Copia algunas cosas interesantes que digan, fíjate en las pausas que hacen, los tonos de voz que adquieren, las bromas que hacen… Tus relatos y novelas tendrán diálogos hasta cierto punto más vivos y puede que tengas algo más de vida social. Sí, lo primero, mejor que lo segundo.

Madre saaaabe más… Fuente

Lee a otros autores

Consejo habitual en mí, que parece que busco el fomento de la lectura de otros escritores más que otra cosa en el mundo. Y puede que sea así. Leyendo buenos libros, puedes aprender de grandes escritores de diálogos como Terry Pratchett o Stephen King. Leyendo malos, aprenderás de sus errores (y a abrirte las venas; tú eliges si a lo largo o a lo ancho).

La escritura necesita de lectura, es un proceso que se aprende, a veces, incluso por imitación. Se adoptan formas y estilos a través de aquello que escribimos y creamos. No es raro que, tras leer algún libro, sin querer, nuestro estilo se vea «intoxicado» por el nuevo, algo que es fabuloso si es un buen libro y sabemos mantener la imitación solo como una influencia.

Sí, este es un post con mucho gif de Disney. Fuente.

Los diálogos describen 

La literatura tiene sus trucs como diría cierto gran escritor. Uno de los mejores es que no tienes que usar dos veces lo mismo en una novela a menos que lo pretendas. Por ejemplo, puedes describir a un personaje, pero también puedes describirlo indirectamente, por medio de sus acciones o diálogos. Es una herramienta interesante para concebir buenos personas y para crear mundos más ricos que aquellos que se basan en solo descripciones directas.

Los diálogos literarios deben servir para dos cosas:

  1. Para que la trama avance; no podemos perdernos en conversaciones que no aporten nada a la obra.
  2. Para para profundizar en la trama o subtrama y aportan también caracterización para los personajes.

De aquí, que sea curioso utilizar diferentes registros para que no todos los personajes hablen igual; por ejemplo, la lectura de From Hell mezcla perfectamente el registro de la calle que usan las prostitutas con la forma de hablar delicada de William Gull. 

Otro punto interesante: utiliza de vez en cuando juegos en el modo de hablar. Dudas como puntos suspensivos, el tartamudeo, las mayúsculas si grita y demás pueden ser interesantes para retratar a tus personajes. Yo los utilicé con el bueno de Garric Odell en Hollow Hallows y con Mundungus en Devon Crawford y los Guardianes del Infinito.

Eso sí… ¿La naturalidad o lo que tu historia pide? El diálogo banal o la frase inmortal. Muchos grandes diálogos no están preparados. Hay que estar abierto a sugerencias y pensar en si eso lo diría realmente tu personaje o es tu ego, que va de tío cool y se pone a querer pasar a la historia como un tío de citas memorables que aparezcan en estados en redes sociales o libros de autoayuda (que son lo mismo).

Y. USO. MAYÚSCULAS. Fuente.

Estar atento al uso de la raya — 

Sé de mucha gente que se lía con el uso de la raya en los diálogos y considero que es uno de los puntos que demuestra cuándo eres un autor o un autor aficionado: el interés por aprender las reglas y saber cuando romperlas. Os recomiendo echar un buen vistazo a lasreglas de la RAE y otras asociaciones.

Cuidado con los verbos dicendi.

Dijo, explicó, enumeró, se pronunció, habló… Hay una multitud de verbos que sirven para las acotaciones de nuestro diálogo, ahora bien ten en cuenta lo siguiente: ninguna palabra es sinónimo al cien por cien de otra. Sí, sé que en el instituto te aprendiste que los sinónimos eran términos equivalentes, pero, en realidad, cada palabra tiene algún pequeño atisbo de diferencia. Hay términos muy similares, otros que mantienen un rasgo que, aunque nimio, supone una gran diferencia.

Hay verbos que son un poco forzados y no solemos utilizar o usamos erronéamente (el famoso «inquirió»). Cada vez que escribimos una de estas palabras, nuestro lector alza una ceja y corremos el riesgo de que acabe cerrando el libro. En muchos manuales verás cómo se recomienda que no nos pasemos con estos verbos tan especiales.

Entonces, ¿solo podemos usar el «dijo»? Muchos teóricos son partidarios de ello, pero yo señalaría una solución: evita estos verbos e intenta que la conversación se entienda por el contexto y por el modo de hablar de cada personaje. Lo que nos lleva al punto tres.

Ñe, ñe, ñe… La raya, el guion, ñe… Fuente.

No olvidarse de incluir alguna acción 

Mata lo estático. Bueno, o mejor, no exageres con él. Nadie habla completamente parado. Eso nos evoca a esos actores de pelis malas que sueltan su frase y salen corriendo y tú dices: «tío, estás leyendo el guion».

De vez en cuando un «—dijo y se atusó la barba—.», puede aportar cierta descripción y significado a nuestro texto. 

Por cierto, soy partidario de tampoco incluir siempre el «—dijo—». A veces, puede no aparecer o existen acciones que son importantes y reflejan quién lo ha dicho. Tampoco te pases con el «habló», «se pronunció» y demás. Casi siempre se prefiere el «dijo». El equilibrio es importa, colega.

Un consejo de Alan Moore es que leas tus diálogos en voz alta y los interpretes. Creo que es algo realmente interesante. Pon vocecillas y demás. Tu historia tomará vuelo alto. En serio.

Así, actuad con fuerza. Fuente.

Cuidado si el personaje suelta un discurso larguísimo

En la vida real, pocas veces alguien suelta un discurso sin que aparezca otra persona y lo interrumpa. Está genial en ciertas historias y en algunos momentos se justifica, pero si abusas de este recurso, queda la sensación de que tus personajes dan consejos moralistas o hace falta que alguien les tranquilice de vez en cuando (a tortas, por ejemplo).

Y con intensidad. Fuente.

Saber usar el silencio como en el spaghetti western

¿Has visto alguna vez una película de Sergio Leone? Es interesante. Sus personajes hablaban para decir lo que tenían que decir (a menudo, un comentario lapidario) o cerraban el pico. Puede que fuera fruto de la intención de su director o que algunas veces contrataban a autores solo para incluir diálogos en el guion, pero es un concepto que da mucha fuerza a la historia: el silencio. Fijaos, por ejemplo, en el protagonista de Drive.

A veces, un buen silencio dice más que mil palabras (y por este cliché voy a llevarme un fantástico viaje a ninguna parte). Creo que no siempre tienes que decirlo todo con tus diálogos, puedes ser sutil, puedes dejar que tus personajes tomen elecciones por sí mismos. No des demasiadas pistas, no dejes que los diálogos lo cuenten absolutamente todos, no repitas información que ya saben los lectores… Avanza y para cuando haga falta.

Así mejor. Fuente.

¿Diálogos sí o diálogos no?

¿Es necesario llenar nuestra obra de diálogos? Podemos responder con dos ejemplos: Ray Bradbury y Ursula K. Le Guin.

El primero es autor de multitud de cuentos que me resultan fascinantes; desde que lo leí por primera vez en 2011, procuro cada año leer una obra suya. He aprendido de él que, a través de los diálogos, se puede narrar perfectamente una historia, casi sin que el narrador tenga que meter las narices. El caso paradigmático es La última noche del mundo, donde una pareja habla poco antes del fin de todo. No hace falta narración y ninguna línea de diálogo sobra. Además, en cuanto a ritmo, la abundancia de diálogos permite que la obra fluya con gran rapidez. Es uno de los ejemplos de por qué Bradbury era una genio.

La segunda autora es también otro genio. Ursula K. Le Guin trabajó multitud de estilos a lo largo de su carrera, dedicada sobre todo a la ciencia ficción y la literatura. Como a muchos de sus lectores, el ciclo de Terramar cambió mi vida y algo que me fascinó de cómo estaba escrito el primer libro era que los diálogos eran los justos y los necesarios. Es más, la escena que recuerdo con más diálogos (aparte del encuentro con la familia de algarrobo) es cuando Ged se enfrenta al dragón de Pendor. Han pasado los años y todavía recuerdo la voz atronadora de aquel ser alado. ¿Por qué Le Guin optó por esta decisión? En Un mago de Terramar surge una hermosa teoría que dice que el silencio es la muerte y el sonido es la vida; Terramar es una historia de fantasía que escapa de las convenciones habituales y que utiliza los silencios como formas de calma, mientras que el diálogo solo es utilizado para transmitir la vida y la necesidad de esta. ¿Cómo no amar la literatura de Le Guin?

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Portada de Terramar que se centra en el encuentro de Ged con el dragón de Pendor. El color de la piel de Ged no queda claro. Fuente.

¿Eres un escritor que se basa o no en los diálogos?

Muchos autores temen este punto, pero yo temo que soy un escritor que se basa mucho en lo que dicen sus personajes y, lo siento por las personas incapaces de seguir un diálogo, pero es donde me siento realmente a gusto porque noto que mis personajes están vivos.

No obstante, si no son tu fuerte por mucho que hayas probado, puede que tu historia sea igual de buena, solo que te basas en la pura narración, en vez de en los diálogos.

Si tu historia, al final, es buena y conmueve, da igual los diálogos que uses o no. Es buena y punto.

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Igual que el Silencio de Doctor Who, quizá nuestro silencio le convenga caer en tu historia.

Conclusiones: ¿cómo podemos mejorar nuestros diálogos?

En primer lugar, escucha a la gente que te rodea. Un ejercicio que suele recomendarse es la transcripción de un diálogo real. Aparte de que te pondrá a prueba a la hora de intentar reflejar cuestiones como el tono o el modo de hablar (te asombraría la cantidad de recursos estilísticos como metáforas que usamos al conversar en el día a día), podrías darte cuenta de que un diálogo normal no es tan importante como el diálogo que debe aparecer en una novela.

En segundo lugar, analiza obras literarias que te gusten. ¿Funcionan sus diálogos? ¿Cómo están reflejados? ¿Aportan información de la trama o de los personajes? ¿Qué efecto se busca con ellos?

En tercer lugar, prueba a leer tus diálogos en voz alta. Aliteraciones, cacofonías, palabras irreales… pueden surgir a lo largo de la escritura de tu diálogo y solo te darás cuenta a la hora de pronunciarlo en voz alta.

En cuarto lugar, ¿has logrado que tus personajes tengan un modo muy definido de hablar? ¿Sí? Te propongo un ejercicio: tapa las acotaciones e intenta adivinar quién está hablando o consúltale a una persona cercana si cree que hay dos personas distintas conversando, cómo es cada una según lo que dicen… Te sorprenderá.

¿Y quién no, Ross? Fuente.

Hasta aquí los consejos sobre el blablablá. ¿Y vosotros? ¿Qué pensáis sobre el tema? ¡Manifestaros!

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Consentimiento *
Carlos J. Eguren
autor@carlosjeguren.com
¡Cuidado! No leas esta biografía. ¡Te he dicho que no la leas! Si la lees, estarás condenado… En serio… ¿Sigues leyendo? Luego no me digas que no te lo he advertido: Carlos J. Eguren está muerto, solo que no se ha dado cuenta y sigue escribiendo desde ultratumba. Es escritor en Castle Rock, profesor en Arkham, periodista en Midian, divulgador cultural en Carfax, juntaletras en el omniverso y pasto de los gusanos en todas partes. Ha publicado cuatro novelas: Hollow Hallows, Devon Crawford y los Guardianes del Infinito, El Tiempo del Príncipe Pálido y La Eternidad del Infinito. Ya prepara mediante ouija sus próximas historias que formarán parte del libro de los muertos. Espera volver a aparecerse cuan primigenio cuando pueda escaparse de R'lyeh… Ahora ya has leído su biografía, ahora ya estás maldito. ¡Bienvenido!

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